por el emperador Adriano (luego fue su propio mausoleo) en el año 135 y fue acabado por Antonino Pío en el 139; es de estilo travertino. Después, el nombre del castillo viene de una leyenda. Desde el año 590 y durante mucho tiempo, una gran epidemia de peste golpeó Roma. Hasta que un día, el papa Gregorio I vio al Arcángel San Miguel sobre la cima del castillo, envainando su espada, señal del fin de la epidemia. Para conmemorar esa aparición, mandó a esculpir la estatua de un ángel, que corona el edificio (primero fue una escultura hecha en mármol, de Raffaello da Montelupo; desde 1753, brilla una de bronce, de Pierre van Verschaffelt, sobre un dibujo de Bernini). Pero el Castel fue el sitio donde, desde finales del siglo XV, los pontífices dispusieron que se conservaran los documentos más delicados para la tutela de los derechos e intereses de la Santa Sede. Después, Sixto IV hizo un celoso archivo. Construido en altura, el castillo de Sant'Angelo es visible desde varios rincones de la ciudad. La Tumba Imperial donde se guardan las urnas con las cenizas de los emperadores se encuentra en el segundo piso. El castillo continuó como mausoleo hasta la muerte de Caracalla en el siglo III, cuando pasó a ser una fortaleza: la Ciudadela de Roma. Luego, El papa León IV cercó con una muralla el Vaticano y el Borgo y convirtió al Castel en una fortaleza donde se refugiaban los pontífices. El pasadizo que une el Vaticano con el castillo fue hecho por Alejandro VI en el siglo XV. Pero este enigmático edificio fue también temido como el símbolo de la represión vaticana. El Castel funcionó como fortaleza, prisión y palacio papal. En 1870 se convirtió en cuartel y prisión militar y finalmente en 1933 fue transformado en museo (hoy, en el salón principal, se puede apreciar una extensa colección de armas).
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